martes, 14 de abril de 2015

República, mujeres y paréntesis

A veces de las cosas negativas salen cosas positivas. Por ejemplo, en el colegio de mi hija, los recortes llevaron a que la biblioteca se quedara sin gestión por parte de los profes. Consecuencia, antes de que los niños se quedasen sin biblioteca (¿alguien entiende un colegio sin biblioteca?), unas madres altruistas se hicieron cargo de ella. Su labor ha sido increíble, han catalogado los fondos, los han renovado, organizan cuentacuentos, hacen recomendaciones de lectura por tramos de enseñanza..., en definitiva la mantienen viva. A ellas se les han unido también algunos padres (sí, sí, que las cosas de los hijos también les importan a ellos) y también tienen un blog y su cuenta en Facebook y en Twitter. Hace un mes, aproximadamente, se les ocurrió la  iniciativa de organizar en estos días actividades relacionadas con el periodo de la II República española para que los niños  de 5º y 6º de primaria conozcan algo más de lo que NO les explican en clase. Que por qué, pues porque se da la circunstancia de que el colegio fue inaugurado durante la II República y de hecho se abrió con el nombre de Colegio 14 de abril, que luego, durante la dictadura pasó a llamarse José Calvo Sotelo, y así se quedó.

Y por qué cuento todo esto, pues porque para este proyecto me invitaron a participar escribiendo uno de los post sobre la República para el blog que van a ir publicando a lo largo de estos días. Mi tema era sobre las mujeres durante aquel periodo y ha sido una experiencia de lo más gratificante. Trabajar en él ha sido intenso física y emocionalmente. Me ha absorbido totalmente. Me he sumergido en un tema apasionante, he aprendido muchísimo, he leído, investigado. He fustigado mi espalda cargándola con libros de la biblioteca, con largos ratos sentada al ordenador, con la mente viajando constantemente hasta las vidas de aquellas mujeres... El resultado, listas de libros por leer, de autoras a las que descubrir o sobre las que seguir profundizando, de mujeres a las que estudiar, y un post que por mí hubiera sido muuucho más largo.

Mesa La República de las mujeres (Biblioteca Telo)


Sé que yo me apasiono con facilidad que, bueno, a quién le importa este momento friki de coger libros de la biblioteca y tomar apuntes, de momentos de total abstracción. Pero me da igual, a mi me importa, yo lo he disfrutado y, lo mejor, he aprendido y ahora, mi mundo interior es un poco más rico que hace un mes.

Y pasada la tormenta toca retomar la calma y volver trabajar un poco más en el blog. Y por supuesto, volver a seguir con el reto de lectura 2015, que ha quedado en suspenso durante un tiempo. En la lista, casualmente había incluido a Rosa Chacel y, como todavía no me había decidido por el libro que tuviera por casa, pues leeré Doble esplendor de Constancia de la Mora, la biografía de una de aquellas mujeres que apoyaron fervientemente la República.

sábado, 11 de abril de 2015

David Copperfield

Ya apremiaba que leyese David Copperfield. Siendo una gran fan de Dickens no podía demorarlo más tiempo. Leer a Dickens nunca decepciona y siempre es un placer. En este caso, ha sido iluminador, ha sido mágico. He paladeado cada palabra, cada párrafo, cada personaje y escena y me ha reafirmado en mi amor por Dickens, como cuando tu enamorado te sonríe en la distancia y te enamoras un poquito más de él.

Seguramente es la más novela más popular de Dickens junto con Oliver Twist y Canción de Navidad. También es la más autobiográfica, ya que hay muchos paralelistmos entre el protagonista de la novela y su autor. Según discurre se pueden encontrar tantos puntos de conexión que a veces no sabes si estás leyendo la autobiografía del propio Dickens. Seguramente Dickens pensó lo mismo que Copperfield mientras trabajaba de niño en la fábrica de betún: "...todos mis anhelos de llegar a ser un hombre culto y distinguido murieron dentro de mí. Es imposible describir mi desesperanza; la vergüenza que me inspira mi situación". Muchos de los personajes que aparecen en la novela, tienen rasgos de otros que existieron en la realidad, como el propio padre del escritor que inspira directamente uno de los personajes más extraordinarios de la novela, el señor Micawber.
 Dickens trabajó mucho en esta obra. La pensó y y volvió a pensar. La meditó, la ciudó y eso se nota en su trama, en sus personajes, en su esctructura. Es maravillosa la sensibilidad con la que trata a sus personajes, la sutileza y emoción que destilan sus palabras. Desde los más más odiosos, como el padrastro de David Copperfiled y la hemana de éste, los Murdstone, hasta los más entrañables como el señor Pegotty o Emily. Dickens, además, los dota de una gran humanidad y una gran pasión. El cosmos, la pequeña sociedad que presenta es profunda y compleja y a la vez de un enorme calado humano.

Chesterton, en su libro sobre Dickens habla con esta pasión de la obra: "La naturaleza de este libro consiste en que, a diferencia de todos los demás libros de Dickens, trata de realidades por completo corrientes, pero las trata con calor y con simpatías y repulsiones casi bélicas. No es que sea un libro realista y, a la vez, romántico, sino que es real porque es romántico. Contiene naturaleza humana contada con exageranción humana. Todos recordamos los personajes del libro; nada se parecen a los inflados y fabulosos seres de otras obras de Dickens. No son puras creaciones poéticas, como Mr. Kenwigs o Mr. Bunsby. A todos nos consta que existen."

Leyendo David Copperfield, he reído, me he enfadado, he odiado, he llorado, me he indignado, he sentido tantas emociones que su lectura me ha llevado a releer párrafos enteros, a degustar frases de un gran lirismo y delicadeza. ¿Se puede terminar un capítulo y una vida de mejor forma que escribiendo algo tan sencillo y a la vez contundente como "Y al bajar las aguas, se fue con la marea" (And, it being low water, he went out with the tide.)

Dickens, en el prólogo a la edición de 1850 describe perfectamente la sensación que tuvo cuando terminó de escribirlo y es lo mismo que sentí yo cuando terminé de leerlo y lo que siento al releer algunos de sus párrafos, que me sigen emocionando una y otra vez: "Difícilmente podré distanciarme lo suficiente de este libro, en medio de las emociones que me embargan después de terminarlo, para hablar de él con la frialdad que un encabezamiento tan formal parece exigir. Mi interés por él es tan reciente y tan intenso, y mi ánimo se encuentra tan dividido entre la alegría y la pena -alegría por culminar una larga aspiración, pena por separarme de tantos compañeros- que corro el peligro de aburrir al lector, a quien aprecio, con confidencias personales y sentimientos íntimos."

Dickens sigue hablando con pasión de su trabajo y de su libro en el prólogo a la edición de 1867, diecisiete años después, sentencia: "De todos mis libros, éste es el que prefiero. Nadie pondrá en duda que soy un padre afectuoso con todos los hijos de mi imaginación, y que ningún otro progenitor puede querer a su familia con tanta ternura. Pero, como muchos padres afectuosos, tengo un hijo favorito en el fondo de mi corazón. Y su nombre es David Copperfield."