viernes, 16 de diciembre de 2016

Lolito

Lolito

Hace unos tres años, en la Feria del Libro de Madrid paramos en la caseta de la editorial Blackie Books. Aquel día yo iba buscando una edición preciosa de Cándido de Voltaire que Blackie había publicado con ilustraciones de Quentin Blake. Mientras yo echaba un vistazo al libro que, de antemano, había decidido comprar, mi chico hablaba con la editora que estaba en la caseta de un libro del que él había oído hablar por ahí: Lolito. Según parecía había tenido un éxito increíble y el autor era un chaval inglés que apenas había superado la veintena: Ben Brooks. Ella hablaba de Lolito con una pasión absoluta y de Ben Brooks con una gran simpatía, nos decía que había estado firmando libros y que se había desatado una auténtica locura. Yo, que soy muy clásica en cuestiones de literatura, seguía con mi Cándido en la mano y no daba mucho crédito a las bondades del (en aquel momento) imberbe escritor inglés.

Sin embargo, Lolito salía de vez en cuando a relucir en diferentes conversaciones en casa. Lolito siempre se colaba de un modo u otro en nuestras futuras lecturas. Tiempo después, mi chico decidió que lo iba a pedir para que lo trajeran a la biblioteca del barrio. Supongo que él tampoco se fiaba demasiado de un libro para el que, seguramente ya éramos demasiado mayores.

Gracias a él, Lolito llegó a nuestra biblioteca del barrio (y además la enterior novela de Brooks, Crezco, y la última, Hurra) y, por fin, puedo decir que lo he leído y también puedo decir que me quito el sombrero ante Ben Brooks, porque escribe como los ángeles, porque me ha divertido un montón, me ha emocionado, me ha escandalizado, me ha sorprendido y, hasta me ha hecho identificarme con Etgar, su protagonista, y su miedo al Exterior (con mayúsculas). Es un libro estupendo.

Ahora entiendo la pasión con la que la editora de Blackie Books hablaba de este libro, y es que, sinceramente, no esperaba mucho, no esperaba que me gustara, entre otras cosas, porque ¿qué hago yo leyendo un libro escrito por un chico de 19 años sobre un adolescente de 15? Y sin embargo me ha cautivado, seguramente su estilo, rápido, directo, sin tabúes, honesto y sincero. Una historia sobre un chico de 15 años, Etgar, que mientras sus padres están de viaje tiene que lidiar con el descubrimiento de que su novia, que también está de viaje, le puso los cuernos. Durante esos días en los que está solo, beberá, mirará vídeos por Intenet y conocerá a una mujer mayor en un chat para adultos.

Como madre es un libro que me asusta. La precocidad de los adolescentes de hoy en día, me da bastante miedo. El alcohol, las drogas, el sexo, Internet están incorporados con absoluta naturalidad a su vida, aunque también la soledad y la desidia, el propio Ben Brooks ha afirmado en alguna ocasión que si no fuera escritor, todavía se pasaría los días bebiendo en un parque. Pero como lectora me ha encantado la forma en que está escrito y me ha enganchado de una forma increíble. La estructura de la novela, cómo avanza la historia sin perder un ápice de frescura, de ritmo y de buen hacer, deja claro que este a este chico le han bendecido las musas con el don de la escritura, para que los padres pasemos por alto las barbaridades de su generación y simplemente disfrutemos de su literatura sacudiéndonos los prejuicios.

lunes, 5 de diciembre de 2016

NaNoWriMo, balance

Terminó noviembre y por lo tanto el plazo para escribir una novela de 50.000 palabras. El reto, no es imposible, en realidad son unas 1.600 palabras que se pueden escribir perfectamente en un par de horas, eso sí, si la inspiración ha venido a visitarte en ese momento y sabes exactamente qué escribir.

Al final me quedé a unas poquitas miles de terminar. Pero bueno, supongo que no gestioné demasiado bien el tiempo, para empezar comencé como el día 5 de noviembre así que ya entré con un pequeño desfase que tenía que ir superando día a día. Después vinieron algunos días en los que no escribí (aunque ahí sí que fueron pocos) y otros en los que aunque me ponía no conseguí pasar de las 1.000 palabras. Por lo tanto, al final, tenía demasiado trabajo acumulado y poco tiempo para realizarlo.

A pesar de madrugar los fines de semana, delegar algunas responsabilidades en casa y encerrarme alguna que otra tarde en la habitación de mi hija, no conseguí acabar. Además, los primeros días pensaba demasiado y escribía demasiado poco, algo que dejé de hacer los últimos días, pese a que escribía cosas que no me gustaban nada. Pero el proceso fue muy positivo y me encantó volver a tener en mente un proyecto creativo que me abstrajera del día a día. Los últimos días, de hecho, no podía pensar en otra cosa, me sentía nerviosa y tenía un dolor de cuello terrible, hasta que me di cuenta de que no podría terminar y me relajé, por fin.

En cualquier caso, puedo decir que estoy bastante contenta con lo que hice. Tengo que concluir la historia y cuando lo haya hecho la dejaré reposar unos meses. La releeré y veré qué se puede sacar de ahí, porque aunque hay partes de las que estoy bastante orgullosa hay otras que seguramente cuando las vuelva a leer me resultarán de lo más bochornosas.