miércoles, 19 de octubre de 2016

Bright Star: Y el cine se hizo poesía

Bright Star es, probablemente, una de las películas más bellas que se han hecho en los últimos años. Una película que, lejos de parecer un mero ejercicio estético, vacío y hueco, se convierte, en manos de su directora, Jane Campion, en una historia de pasiones y emociones latentes. Narra la historia de amor entre el poeta inglés John Keats y Fanny Brawne durante los últimos y más prolíficos años del escritor. Sin embargo la historia no aparece contada desde la perspectiva del personaje histórico y famoso, sino desde las vivencias y emociones de ella. El célebre poeta, aparece en escena en relación a ella, apenas un par de escenas, nos muestran a un Keats ajeno a la presencia de Fanny. Nos muestra a través de los ojos de ella  los últimos años de Keats dejándolos de lado y dando protagonismo al primer amor de Fanny Brawne.


Es una historia de amor contenida por las convenciones de la época pero de la que se trasluce, gracias sobre todo a las brillantes interpretaciones de sus actores, la incontenible pasión de la juventud, llena de sutilezas, miradas y momentos íntimos de una extrema delicadeza.


Las películas de Jane Campion (una de las directoras de cine más infravaloradas del cine actual) suelen ser de una gran elegancia y sutileza, pero también de una fascinante naturalidad, por muy de época que se vistan, que te transporta a un mundo sensorial y cotidiano, a un mundo donde las palabras se esconden tras las imágenes, tras las miradas, tras los pequeños gestos. El preciosismo de su puesta en escena podría parecer anquilosado y atrapado en el pasado, sin embargo es de una asombrosa modernidad.


Es perfecta su perfecta paleta de color, con sus fríos azules y turquesas, los rojos apagados y los violetas, salpicados con delicados rosas pálidos y aguamarinas; el sutil cambio de las estaciones, como pinturas impresionistas que nos transmiten en breves planos el sentir de cada época del año y a la vez el sentir de sus personajes. Los sobrios interiores, el contraste entre el oscuro, bohemio y atormentado estudio en el que trabajan Keats y su amigo Charles Brown, en contraste con las pálidas y desnudas paredes de la habitación de Fanny, luminosa y vitalista, con esa cortina que vuela y se desliza por el plano como si tuviera vida propia, que se convierte en un elemento clave en los planos que en ella transcurren. La pared que separa sus habitaciones y a la vez une sus almas, los vestidos y bordados que ella confecciona llenos de tanta belleza que consiguen sacar al poeta de su torre de marfil y devolverle a la vida común y sencilla de la familia Brawne. Todo ello, lo articula Jane Campion de forma tan magistral que con su pequeña película es capaz de devolvernos a la poesía de Keats, a la poesía hecha cine, a la vida convertida en mucho más de lo que es.

2 comentarios:

  1. Una película muy interesante como ejercicio de estilo. La combinación entre trabajo actoral y estético funciona bien, pero como siempre pasa en este tipo de películas, me preocupa que ese preciosismo influya de una manera negativa en la historia en sí. Los sentimientos a veces "entran" más por los ojos que por la trama. Es difícil de explicar. Aún así, buen post. ;-)

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