sábado, 31 de diciembre de 2011

Relato

Sumergida en la bañera de agua tibia y sucia, miraba a través del cristal de la mampara. Su propia roña, en su cuerpo ya decrépito y maltratado por la edad se le antojaba protectora de todo lo exterior, de lo que no sentía, de lo que no decía, de lo que ya no hacía. Su ánimo se diluía y volvía fluido y resbalaba por el cuerpo húmedo y derrotado, entreteniéndose en los surcos de su piel.

No había ningún lugar al que volver.
No había razones para salir de allí y abandonar el desasosiego y la soledad.
No había razones para despertar.
Y fue mucho mejor así.

Ilustración por JMdC

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