Lars von Trier debe de ser un hombre muy infeliz y quiere que el resto también lo seamos mientras vemos sus películas. Al menos esa es la sensación que yo tuve después de ver Melancolía. Llevando una vida familiar con películas y entretenimiento "para todos los públicos", con poco tiempo y mucho sueño, no es fácil acabar viendo algo diferente, pongamos una peli de Lars von Trier. Hacía mucho tiempo, desde Bailando en la oscuridad (la crueldad hecha película), y ya tenía ganas de ver algo más, así que, que en La 2 diesen Melancolía me llenó de alegría, jeje.
Tenía ganas de verla, curiosamente, nunca me llamó la atención Dogville o Anticristo y Nynphomaniac no ha entrado en planes, pero Melancolía la tenía ahí lantente. Y claro en el tono más masoquista no defraudó. Cuando terminó me quedé hecha polvo. La película está dividida en dos partes, Justine y Claire, dos hermanas antagónicas, que llenan la película y a las que el planeta Melancolía hechiza de diferente manera. La promera parte, la de la boda de Justine es más dinámica, más dicharachera (si es que podemos utilizar este adjetivo para hablar de una pali así), la segunda parte ya está completamente bajo la influencia del planeta Melancolía. La casa se vacía de invitados y se llena de silencio, de secuencias silentes llenas de poesía. Sin embargo, los diez últimos minutos de la película son hipnotizantes y casi se podría decir que hasta trepidantes.
Siendo fiel a su estilo, Melancolía es de todo menos corriente, es elegante, es visionaria, es poética, es deslumbrante. Sus actores están magníficos, Kirsten Dunst debería mudarse a Europa definitivamente y ofrecernos más interpretaciones como esta (la adoro), al igual de Kiefer Sutherland, verle aquí es darte cuenta de que es uno de los actores más desaprovechados de la historia y por supuesto, Charlotte (Gainsbourg) que es brillante y genial y que está inmensa con esa forma tan emocionante de llorar. Sí está claro que Melancolía me gustó, y me gusta más cuanto más pienso en ella, a pesar de las pesadillas de después y de la mala baba que se me puso por el hecho de que el amigo Lars, siempre me lo haga pasar tan mal.
martes, 20 de mayo de 2014
jueves, 27 de marzo de 2014
Meryl comió pizza y yo la adoro un poco más por eso
Por imágenes como ésta Mery Streep es grande.
Bueno, por eso y por ser una de las
mejores actrices vivas de Hollywood, si no la mejor. Pero esta imagen es la
prueba de que, uno, Meryl es una tía enrollada (recordad que es una de las
protagonistas del selfie más famoso) y dos, sabe que su profesión es entretener y
en la pasada edición de los Oscars, fue una de las secundarias de lujo que hizo
que la ceremonia fuese entretenida, fresca y nada encopetada.
Por
imágenes como ésta Meryl Streep es muy grande.
Annie Leibovitz, The Hollywood Portfolio VF 2009
No hay nada más bello que una
persona, en este caso una mujer, que acepta su edad, que es bella tal cual, que
envejece con elegancia, con valentía lo que, seguramente, sea la causa de que
siga creando maravillosos personajes.
Por que
ha hecho de la inteligencia su marca, del trabajo constante su éxito, de la
discreción su característica más relevante y de su talento y pasión una de las
carreras más brillantes de Hollywood. Siempre, siempre tendremos a Meryl,
cuando la vida nos golpee pensaremos en Sophie y en su dramática “decisión”,
cuando nuestro jefe/jefa nos amargue la vida recordaremos las perrerías que Miranda Priestley le hacía a la cándida Andrea Sachs, cuando queramos cantar nos
pondremos a Abba y cantaremos Waterloo (si ella lo hizo, nosotros también),
cuando nos enamoremos sobrevolaremos África con nuestro Robert Reford particular,
siempre, siempre nos hará la vida un poquito más bella y un poquito más
emocionante con cada una de sus maravillosas interpretaciones. Siempre fascinante e hipnótica.
Y todo esto porque la vi comer pizza sin despeinarse ni perder un
ápice de su clase (y porque hace unos días volví a ver (y ya van no sé cuántas veces) Las horas), pero es que la Streep es grande, grande, muy grande.
domingo, 23 de febrero de 2014
Don Antonio
Antonio Machado, ese hombre de aspecto recio, que en su foto
más conocida mantiene una mirada firme pero que se adivina dulce, murió
tristemente, como lo hicieron muchos españoles en los años treinta huyendo del
sinsentido de la guerra. Pobre, enfermo y exiliado, en un precioso pueblo
francés, casi en la frontera con España. Machado, el hombre de aspecto
inquebrantable, cruzó la frontera con el cuerpo y el alma quebrados. No pudo
llegar más allá. Ayer se cumplieron los 75 años de su lamentable muerte y
apenas se mencionó. Uno de los más grandes poetas en castellano no es recordado
como lo que debería ser: una gloria nacional. En este país, de cultura del
pelotazo, de alabar a los deportistas porque no son incómodos y encajan
perfectamente en el mainstream, Machado no tiene cabida. Don Antonio se
convierte así en metáfora, en sinécdoque de todo lo que este país merezca de
vez en cuando la pena.
A Machado lo descubrí en el instituto, cuando estudiábamos
la Generación del 98 (no sé si ahora se estudia), en la clase de literatura de
COU con una de esas profesoras que te hacen amar la literatura. Concha era muy
apasionada en su materia y sus clases eran fantásticas. Todavía conservo mi
Antología Poética de Antonio Machado que me compré hace ya 22 años. El libro todavía
conserva los subrayados a lápiz, cada vez más gastado con sus páginas
amarillentas. Hace un año, lo volví a sacar, porque mi hija me habló de un
poema de Machado que les había leído su profesora en clase. Yo le dije, vamos a
buscarlo. Y releímos el viejo poema del niño que soñaba un caballo de cartón.
Estuve en Colliure hace, no sé, casi 20 años. Nos llevó mi padre. Y estuvimos
en la tumba de don Antonio, donde siempre hay flores, dedicatorias y poemas. Pensar
en ello me emociona. Y me emociono cuando pienso en su Caminante y lo imagino
caminando, junto a su anciana madre, haciendo un camino al andar, un camino
desesperado, tan distante del vigor y la energía que le puso Serrat con su
música (el mejor homenaje que se le pudo hacer jamás). Y me emociono al ver su
foto en el lecho de muerte, donde el hombre que yace en la humilde cama, apenas
es un reflejo de lo que Machado fue.
martes, 18 de febrero de 2014
Drive
Por fin he visto Drive. Tenía muchas ganas de verla. Primero por los actores protagonistas: Ryan Gosling y Carey Mulligan. Segundo porque había oído críticas muy buenas. Tercero porque había gente que la amaba y gente a la que le pareció un bodrio. En mi caso he de decir que ganó lo positivo. No sabía qué me iba a encontrar, la verdad. Hay veces que prefiero no saber de qué va una película para que me sorprenda en todos los sentidos. En este caso la sorpresa fue grata.
Me cautivó desde el
primer momento. Con la escena de presentación del personaje de Gosling, con esa
voz en off, sobria, escueta que nos da ciertas pistas de su "oficio".
Luego aparece ella, de soslayo, Irene un personaje tierno, dulce sereno
interpretada por una de las mejores actrices de su generación, Carey Mulligan. Después el resto
del reparto, comenzando por el televisivo e inmenso Bryan Cranston para
continuar con Ron Perlman y un irreconocible Albert Brooks. Luego la música,
una banda sonora impecable. Después, los planos a cámara lenta, las miradas sutiles,
las interpretaciones sólidas y contundentes. Más adelante, la ternura, que
nunca llega, ni siquiera se acerca, al sentimentalismo. Y poco a poco llega el
romance, casi a la vez que las vísceras y la sangre de las escenas violentas,
pero todo muy comedido en el fondo. Y el beso, ese beso potente, desesperado, sexy,
apasionado, triste y desgarrado. Por último el final, que no podía ser otro que
el que es (no lo desvelaré), amargo, lento y sorprendente. Desde luego, Drive
está hecha en Hollywood pero su director, el danés Nicolas Winding Refn, está lejos de los convencionalismos de la meca del cine y
en el fondo firma un obra con un timing y una estética más cercana a Europa que
a los grandes estudios. Desde luego, Drive no me defraudó, es más me enamoró.
lunes, 3 de febrero de 2014
Philip, el Grande
PhilipSeymour Hoffman era uno de esos actores que se te quedan en la retina. Mucho
antes de que comenzara a cosechar personajes importantes, nominaciones,
premios, ver una película en la que él aparecía era otra historia. Él nunca era
el prota, hasta que llegó Capote, pero siempre te acordabas de él. Así que pienso en películas como
Happiness y me acuerdo de él, en Magnolia y me acuerdo de él, en Casi famosos y me
acuerdo de él. No sólo robaba escenas, robaba la película entera. Era
especialista en personajes incómodos, los políticamente incorrectos, los
moralmente reprobables. Y por eso era grande, muy grande. Y por eso merecía la
pena ver cualquier película en la que él apareciera. Ayer, cuando me enteré de
su no podía creerlo. Es muy joven, y luego pensé en los buenos ratos que nos
había hecho pasar con sus películas y en que ya no habría más, en que, en nuestra
casa siempre le habíamos tenido cariño. Paso de hablar de su adicción a las
drogas y el lado oscuro de su vida. Yo lo quiero recordar brillando, sonriente,
con todo su genio para la interpretación.
La web de cine Indiwire recopila 10 vídeos de lo que ellos consideran sus mejores momentos. Yo le quiero recordar de una forma divertida en una película de la que él es la única cosa reseñable. Y entoncesllegó ella es una chorrada de película, pero gracias a Seymour Hoffman se salva de entrar en la categoría de truño, las escenas en las que él aparece son geniales divertidísimas e irreverentes. Así que aquí va uno de los momentos más divertidos y maravillosos que nos ha dejado Philip Seymour Hoffman, porque sí, también nos hizo reir. Muchas gracias, genio.
La web de cine Indiwire recopila 10 vídeos de lo que ellos consideran sus mejores momentos. Yo le quiero recordar de una forma divertida en una película de la que él es la única cosa reseñable. Y entoncesllegó ella es una chorrada de película, pero gracias a Seymour Hoffman se salva de entrar en la categoría de truño, las escenas en las que él aparece son geniales divertidísimas e irreverentes. Así que aquí va uno de los momentos más divertidos y maravillosos que nos ha dejado Philip Seymour Hoffman, porque sí, también nos hizo reir. Muchas gracias, genio.
viernes, 24 de enero de 2014
3 pelis para la semana
Besando a Jessica Stein - 2001
A todas aquellas chicas que cada vez que ponen Pretty Woman en televisión la ven, pues os digo, cambiad el chip, Jessica mola mucho más que Vivian. Agradable sorpresa de una peli que teníamos pendiente de ver. Divertida, deshinibida, sin complejos, una comedia romántica que rompe algunos tópicos y que disfruta de las ambigüedades y rompe con los prejuicios con mucho encanto. Si la echaran en la tele tantas veces como Pretty Woman la vería siempre. ¡Yo también quiero besar a Jessica Stein!
Susurros del corazón - 1995
Esto es lo bueno de tener hijos, descubrir joyas a las que nunca te hubieras acercado. En nuestro gran recorrido por Ghibli, Susurros del Corazón es una de las favoritas. Aunque no la dirige Miyazaki, el guión es suyo: deliciosa, inspiradora, entretenida. De lo mejor de la vertiente costumbrista del gran estudio japonés y por supuesto, de factura impecable.
El concierto - 2009
Como dicen los ingleses, speachless. Divertidísima, con el toque justo de amargura y emotividad. Imprescindible verla en VO el ruso es un idioma increíble con mucha fuerza que ayuda a afianzar más las diferencias entre las culturas francesa y rusa. Cine europeo imprescindible que deja a hollywood a la altura del betún, toda una feliz sorpresa. Varios premios avalaron su precioso guión.
martes, 21 de enero de 2014
2013, el vacío
El 2013
ha estado vacío de posts, que no de vida. Ha sido un año tranquilo, han pasado
cosas pero sin demasiados sobresaltos. El por qué no hay ningún post en el
blog, no tiene ninguna explicación. Textos he escrito, tal vez no eran
merecedores de publicarse, tal vez estaban sólo en mi cabeza y nunca llegaron a
materializarse. Espero que este 2014 se llene, no sólo de vida, sino también de
textos, de palabras encadenadas que reflejen lo que me gusta, lo que disfruto y
lo que quiero compartir. No es un propósito, es un reto. Un reto que afronto
con ilusión.
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