Según los usos y costumbres contemporáneos a comienzos de cada año nos da por hacer listas de propósitos. Creo que es un forma positiva de comenzar el año.Ponernos metas nos ayuda a focalizar nuestros objetivos, a visualizar dónde estamos y hacia dónde nos gustaría ir. A repasar qué fue del año anterior y a intentar que nosotros y nuestra vida sera mejor el siguiente año. Por supuesto, estos objetivos deben ser realistas, deben de ser motivadores y deben ser inspiradores. Si no es así, fracasaremos desde el minuto uno, nos estresaremos, abandonaremos y volveremos al mismo lugar de siempre.
Y en esas ando, aunque ya llevemos 12 días de 2015, creo que todavía hay tiempo para hacer propósitos y comprometerse. Entre mis propósitos los hay personales, que me los guardo para mí y los hay intelectuales y de proyecto vital. Hago repaso y pienso, cómo quiero realmente que sea mi vida. ¿Quiero ser dueña de ella? ¿O me dejo llevar por los convencionalismos? ¿Me conformo con lo que tengo? ¿O intento que mi vida sea más plena y satisfactoria a nivel espiritual, intelectual y creativo? El reto es difícil y soy consciente, pero siento que este año he empezado con fuerzas. 2014 tenía que haber sido un año redondo para mí y fue tal la presión que me autoimpuse, que fue frustante en muchos aspectos.
Hoy, 12 de enero de 2015, puedo decir que me siento más fuerte y más entusiasta para emprender cosas nuevas, y una de ellas es retomar este blog y convertirlo en algo de lo que sentirme orgullosa. Quiero que me ayude a reflexionar sobre la cultura, sobre cómo me influye y compartir todo lo que voy descubriendo con quien quiera escuchar. La finalidad no es sentar cátedra de opinión, ni mucho menos, sino divertirme y recrearme en las cosas que me gustan y que hacen que la vida merezca la pena ser vivida.
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